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quinta-feira, 21 de novembro de 2024

A Terceira Guerra Mundial [por Fabrizio Mejia]




“Es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo”, dijo célebremente el teórico de las artes, Frederick Jameson. Es una frase que describe el clima posterior a la caída del Muro de Berlín y la extinción de la Unión Soviética. No obstante que Rusia, los Estados Unidos, China, India, Pakistán o Israel seguían teniendo cabezas nucleares, la desaparición del socialismo soviético como régimen terminó con el imaginario de una destrucción final. Es como si una Rusia capitalista fuera menos peligrosa que una soviética. Como si Estados Unidos, que ha sido el único país en arrojar dos bombas nucleares contra poblaciones civiles, ya no tuviera la motivación para volverlo a hacer. Si lo piensan es demencial que nos hayamos olvidado de que seguñian existiendo las armas nucleares sólo porque una de sus partes en conflicto adoptó el capitalismo como modelo económico.

Durante medio siglo, el mundo fue capaz de imaginar una guerra, la nuclear, que sólo podía simularse porque, de existir, sería el final de la humanidad y del planeta. Tras el final del socialismo existente, comenzó a recorrernos otro tipo de desenlace, ya no tan abrupto como las nubes radioactivas de hongos nucleares que arrasaban con todo a su paso, sino el cambio climático con la extinción paulatina de todas las especies, costas que desaparecían, indundaciones y sequías donde nunca antes habían existido. Pero en días pasados, el permiso del Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, para que Ucrania atacara a Rusia con misiles dirigidos satelitalmente de origen estadunidense, puso de nuevo en la mirada colectiva la posibilidad de la guerra nuclear, la tercera y última de la humanidad. Sin embargo, el anuncio no generó la angustia que hubiera desencadenado en, por ejemplo, 1983. Seguimos hablando del G-20, de si Trump tenía o no mayoría del voto popular, de si Javier Milei se humilló ante Lula. ¿Por qué hicimos como que la amenaza no era tan real como en 1962 con la crisis de los misiles en Cuba? ¿Por qué decidimos voltear para otro lado en espera de que Trump y Putin se pongan de acuerdo para pacificar Europa? ¿Por qué, en vez de salir a protestar a las calles, las poblaciones de Finlandia y Suecia se dedicaron a leer los folletos de sus gobiernos en caso de un ataque nuclear? ¿De dónde nos salió esa capacidad de negar el peligro evidente? Esa pregunta es la que trataré de explorar en esta videocolumna.

Lo primero que debo decir es que el término “guerra fría”, que terminó por designar un periodo de medio siglo de la humanidad, fue acuñado por George Orwell en un artículo de periódico del 19 de octubre de 1945 llamado “Tú y la bomba atómica”. El que más tarde nombraría al totalitarismo como Gran Hermano y a la propaganda como “neolingua”, habló en este texto de un nuevo concepto. Escribe Orwell: “Por varios indicios se puede deducir que los rusos aún no poseen el secreto de fabricar la bomba atómica; por otra parte, la opinión generalizada parece ser que la poseerán dentro de unos años. Así pues, tenemos ante nosotros la perspectiva de dos o tres superestados monstruosos, cada uno de los cuales posee un arma mediante la cual millones de personas pueden ser aniquiladas en unos pocos segundos, dividiendo el mundo entre ellos. Se ha asumido bastante apresuradamente que esto significa guerras más grandes y sangrientas, y tal vez el fin real de la civilización maquinista. Pero supongamos (y en realidad éste es el acontecimiento más probable) que las grandes naciones supervivientes lleguen a un acuerdo tácito de no utilizar nunca la bomba atómica unas contra otras. Supongamos que sólo amenazan o la utilizan contra personas que no pueden tomar represalias. En ese caso volvemos a donde estábamos antes, con la única diferencia de que el poder se concentra en menos manos y que las perspectivas para los pueblos sometidos y las clases oprimidas son aún más desesperadas”. Sigue Orwell en 1945: “Cualquiera que haya visto las ciudades en ruinas de Alemania encontrará la idea de la destrucción de la humanidad al menos imaginable. Sin embargo, si se mira el mundo en su conjunto, durante muchas décadas la tendencia no ha sido hacia la anarquía sino hacia la reimposición de la esclavitud. Puede que no estemos encaminados hacia un colapso general, sino hacia una época tan terriblemente estable como los imperios esclavistas de la antigüedad. El tipo de visión del mundo, el tipo de creencias y la estructura social que probablemente prevalecerían son las de un Estado que fuera a la vez INCONQUISABLE y en un estado permanente de “guerra fría” con sus vecinos. Se prolongará indefinidamente una paz que no es paz”.

Orwell había dado en el clavo de lo que significaría una guerra final, la tercera, que no podía ser llevada a cabo salvo como amenaza y que haría de los poseedores del arma nuclear poderes intocables. No es que Orwell estuviera contra las armas en general, sino sólo contra las que podían usar sólo una élite muy poderosa del planeta. De hecho, su artículo comienza apreciando el valor que tuvieron los rifles para hacer revoluciones populares, pero abomina estas armas que requieren un saber tecnológico secreto, como la bomba atómica.

Pero vayamos más allá de 1945. Dos años después, en el boletín de Edward Teller de los científicos atómicos se empezó a publicar un reloj con la hora del final total, que se puso a la media noche. Primero lo fijaron en siete minutos para las doce y, en 77 años se ha movido 25 veces. Pero lo que sorprende del uso de este reloj es que no se movió por ejemplo, en la crisis de los misiles en Cuba en 1962, y que retrocedió entre 1987 y 1991 por los tratados de reducción de armas nucleares. Así, más que medir los riesgos, mide la supuesta capacidad diplomática para alejarlos. Ahora, el reloj ha avanzado a 90 segundos del final, cuando Biden, estúpidamente, le ha dejado a su sucesor, Donald Trump y a Vladimir Putin el espacio para que “salven al mundo” y se vistan de gloria planetaria.


La democracia explicada

Pero voy al segundo punto de esta videocolumna, una vez establecida la idea de la Guerra Fría, es decir, de una que no se libró en un conflicto sino en lo que se dijo sobre la anticipación del conflicto. La bomba atómica fue más ideológica que cualquier otra arma en la historia porque significó el sometimiento de las poblaciones de Estados Unidos, la Unión Soviética y las dos partes de Europa con simulacros de ataques, bunkers bajo tierra, y la propaganda de que todo ese arsenal tenía como objetivo disuadir al otro de no usarlo. Pero este relato que sometió a poblaciones a una especie de calma de desalentar al enemigo con la acumulación de armas, no era realmente lo que perseguían sus propagandistas. Un ejemplo que desnudó esa mentira, fue el del falso documental que produjo la BBC de Gran Bretaña en 1965 y que ella misma censuró y no transmitió hasta veinte años después. Se trata de War Game de Peter Watkins donde se simula un ataque a la región de Kent en Inglaterra. La BBC fue sometida a censurarla por el Ministerio del Interior y el de la Defensa porque la película ponía de manifiesto, no la disuasión a las armas soviéticas y chinas, sino el caos social que se desataba entre los sobrevivientes. En algún momento, un personaje se lamentaba, incluso, de no estar muerto. Se desencadenaban los motines, saqueos de comida, y los asesinatos entre los pobres que no habían muerto con la explosión. La película mostraba no el patriotismo que respondía a un desafío extraordinario como un ataque soviético, sino al colapso del Estado y de la ley y el orden. Ante los motines, surgía un Estado policiaco que destruía las mismas libertades que se suponía que la Guerra Fría pretendía defender. Así, la guerra nuclear no se mostró como una puesta en escena del nacionalismo o de la defensa de las libertades contra el totalitarismo, sino que alentaba justo una dictadura policiaca para contener sus efectos. Y la BBC tardó veinte años en ponerla en sus pantallas, ya cuando Carl Sagan había hablado del “invierno nuclear” en televisión, es decir, de la nube de escombros que taparía durante años la entrada de los rayos solares a la atmósfera y la consecuente hambruna que sobrevendría. La transmitió cuando ya se había exhibido en la televisión estadunidense, El día después, The Day After, que reflejaba el drama de esa línea de batalla de la Guerra Fría que fueron los estados del medio oeste de los Estados Unidos, como Misouri y Kansas, donde están los silos de cabezas nucleares, con su contaminación tóxica. Así que, realmente, el tema nuclear era para controlar con su amenaza, no a los soviéticos sino a las poblaciones de los países involucrados con la idea de que era mejor tener las armas almacenadas para mejor defender las libertades. Como había avizorado George Orwell, en realidad se trataba de una nueva forma de esclavismo. Una esclavitud que hacía creer a las personas que acumular armas era contribuir a la paz. Una esclavitud que supuso construir una bomba que pusiera fin a toda guerra posterior. Por eso digo que era un arma ideológica. Tan real como la imaginación.

Siguiendo este hilo, voy a la tercera proposición de esta videocolumna. Y es que la Guerra Fría fue psicológica y emocional. Dice la doctora Claudia Kmper: “La lógica de la disuasión nuclear, que amplios sectores de la sociedad y la política habían internalizado es en realidad una forma de enfermedad que impedía que la gente reconociera las soluciones al conflicto. Este diagnóstico operaba en dos niveles. En primer lugar, atribuyeron el clima de desconfianza mutua y la propia carrera armamentista a temores reprimidos entre los políticos y el público. La conciencia popular estaba preparada para las guerras convencionales mediante prejuicios y percepciones erróneas. Por el contrario, la Guerra Fría continuamente causaba disturbios en la mente del público. Por lo tanto, impidió que las personas vieran las posibilidades constructivas para resolver el conflicto, que fue el punto de partida de los esfuerzos terapéuticos de la Asociación de Médicos contra el armamentismo. En segundo lugar, se diagnosticó una discrepancia entre conocimiento y acción. Por un lado, se conocían con cierto detalle las probables consecuencias de las bombas atómicas. Sin embargo, los gobiernos, por otra parte, estaban ocupados preparándose para tal acontecimiento apocalíptico, por ejemplo mediante medidas de defensa civil, en lugar de hacer preparativos para prevenir una guerra nuclear”. Así, los temores de la guerra que siempre son precedidos de un estereotipo del enemigo, se iban hacia el gran final, la destrucción total, donde ya no había para dónde correr. Los terrores iban a un callejón sin salida. Sólo así uno puede explicarse cómo durante los años sesnta del siglo XX, vimos el surgimiento de monstruos creados por descuido de los científicos, como Godzilla o Mothra, que destruían ciudades enteras, justo en Japón. Era una forma de sacar los terrores de la guerra nuclear, del hongo sobre Hiroshima y Nagasaki. Durante décadas, la “zona cero” se refirió justo a esos dos poblaciones cuyos padecimientos siguieron por generaciones. Hasta que George W. Bush decidió trasladarle el nombre a los edificios colapsados por los ataques del 11 de septiembre y mostrar el avión de la primera bomba, el Enola Gay, en el Museo Smithsonian. El terror a las bombas soviéticas se trasladó así a los ataques terroristas. Ello conllevó un cambio sustancial: ya no era una destrucción de toda la humanidad, sino que estaba circunscrito al Medio Oriente. Podíamos respirar al fin con un enemigo terrorista que, si bien, permanecía oculto, estaba lejos y tenía que embarcarse en toda una logística para poder llegar con sus aviones comerciales secuestrados hasta el centro financiero del mundo.

Y creo que esa podría ser una respuesta parcial a por qué no nos hemos angustiado con la anuencia de Joe Biden a atacar a la Rusia capitalista de Putin. Es porque parece concentrada en una región del mundo, en la frontera entre la OTAN y Rusia, en ese país llamado Ucrania que tiene un presidente que era cómico de la tele. Mi otra parte de la respuesta tiene que ver con el cansancio emocional. Después de una pandemia que nos amenazó con quitarnos la vida a todos, pero sobre todo a los ya enfermos, a los más viejos, a los más gordos, un pánico que hizo que el mundo se guardara en sus casas cuando así lo permitió su economía; después de eso, una guerra nuclear parece demasiado para lidiar. En estos setenta años lo hemos hecho conformándonos a las restricciones a todas luces totalitarias de seguir las instrucciones para ir a los bunkers bajo tierra, en los países que tienen riesgos reales, y en nuestros países en pensar que habrá una nueva crisis económica, que sobrevendrá un quebranto inflacionario y del comercio global. Bajo la premisa que ya vislumbraba George Orwell de pensar que acumular armas era contribuir a la paz, hemos consentido con este delirio del Apocalipsis final, el militarista, donde no hay Juicio Final ni serán salvados los buenos de corazón. Ante esta encrucijada, ¿dónde están las manifestaciones pacifistas llenando las calles europeas o estadunidenses? ¿Qué pasó con el movimiento anti-nucelar tan activo en los años ochenta?

Tal parece que somos incapaces de imaginar una guerra nuclear como una posibilidad y por eso nos engañamos a nosotros mismos al creer que algo tan inimaginable no podía suceder realmente. Por eso, sobre este nuevo riesgo de destrucción final, ahora hay más memes que acciones. Nos hemos quedado sin poder para reaccionar y eso, en sí mismo, es acaso la extinción más profunda: la desaparición de nuestra capacidad de responder y luchar.


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Fabrizio Mejía Madrid
Es escritor y periodista. Colabora en La Jornada y Aristégui Noticias. Ha publicado más de 20 libros entre los que se encuentran las novelas Disparos en la oscuridad, El rencor, Tequila DF, Un hombre de confianza, Esa luz que nos deslumbra, Vida digital, y Hombre al agua que recibió en 2004 el Premio Antonin Artaud.

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PS1: 

VEJA REPORTAGEM EM ESPANHOL, INCLUINDO CIMEIRA DE G20:

quarta-feira, 30 de outubro de 2024

PAÍSES OCIDENTAIS PRETENDEM CANCELAR O NOVO SISTEMA DE TRANSFERÊNCIAS DOS BRICS (MBRIDGE)



Se aquilo que Lena Petrova relata se confirma, que o BIS está na disposição de cancelar o M-BRIDGE, isto significa que o BIS está totalmente alinhado com os EUA e o «ocidente», já não é mais uma organização independente.
É um nível mais elevado na escalada da guerra económica do Império USA contra  os BRICS.
 
PS1: Esta louca corrida para a frente dos que controlam ainda parte substancial das finanças mundiais (bancos centrais ocidentais, o BIS, o FMI...) deve ser avaliada em função de dois fenómenos inquietantes (para eles):

1) A subida vertiginosa dos mercados na China (30% em dez dias), em resposta à descida das taxas pelo banco central chinês. 
2) A dificuldade em colocar obrigações do tesouro dos EUA (treasuries) a 2 e a 5 anos, levou ao aumento da taxa de juro e portanto, à diminuição do valor destas treasuries. 
Isto deve-se à expetativa dos investidores de que irá disparar a inflação nos EUA. Num primeiro momento, os EUA poderão conseguir exportar a inflação, como tem acontecido no passado. 
Mas, a partir de certo ponto, haverá uma relutância e depois recusa, nos outros países, em aceitar dólares em pagamento. Então, será o fim do domínio do dólar. 

 

sexta-feira, 25 de outubro de 2024

O GLOBALISMO É SEMPRE OPRESSOR.


Para se combater um inimigo, é preciso saber-se como é que ele raciocina. Conhecer o inimigo por dentro, é condição para poder derrotá-lo. Ora, muitas vezes, os globalistas revelam os seus pensamentos, as suas conceções do mundo e as suas estratégias.
É o caso do site do Fórum Económico Mundial, onde se afirma claramente o seguinte: «A paisagem geopolítica está a sofrer uma profunda transformação, dando origem a uma ordem mundial que é, não só multipolar, como multiconcetual.»
Esta ideia de uma transformação profunda é central na tese do «Grande Reset», defendida por Klaus Schwab e os multimilionários globalistas.
Há uma narrativa, que reza assim: 
- O Ocidente decadente procura impedir o agrupamento dos países, colonizados no passado, em torno de potências em ascensão, a China e a Rússia, capazes de colocar em xeque o domínio das potências (essencialmente da Europa e América do Norte), que foram responsáveis por longos séculos de colonialismo e a partir das quais se desenvolveu o capitalismo ocidental.
Esta narrativa, por muito sedutora que seja, omite alguns aspetos essenciais, nomeadamente: As nações outrora colonizadas,  são governadas por frações da burguesia autóctone, que se guindaram ao poder, para logo venderem todas as riquezas e privilégios que os tais capitalistas dos ex-impérios coloniais ou neocoloniais, poderiam desejar.
Além disso, os grandes motores da multipolaridade, a Rússia e a China, não hesitam em adotar políticas tipicamente capitalistas, como seja (entre outras), a agressiva penetração e domínio dos mercados de países inteiros, se isso for no sentido de reforçar o seu poderio.
Não existe na História qualquer exemplo de imperialismo «benévolo», nem aliás de capitalismo «defensor dos direitos humanos», pois estas máscaras caem, assim que os interesses das superpotências e das oligarquias que beneficiam delas, estejam em risco.
Estamos realmente numa situação semelhante à das últimas décadas do séc. XIX até ao eclodir da Iª Guerra Mundial, num aspeto: Novas potências sobem em competência industrial e militar, para disputar os mercados e também as alavancas políticas globais,  às potências até então dominantes, possuidoras de impérios coloniais.
Nos finais do século XIX, as potências ascendentes eram a Alemanha imperial, os Estados Unidos e o Japão imperial; as potências imperiais/coloniais ameaçadas eram a Espanha, a França, o Reino Unido, o império Otomano e a Rússia czarista.
Não se repete nunca a História, não veremos, de novo, a ascensão de potências imperiais típicas. O domínio unipolar dos EUA foi transitório e apenas possível por um conjunto de circunstâncias, que não voltarão a realizar-se com as mesmas formas e moldes, para originar uma situação idêntica.
Mas a História por vezes «rima», ou seja, podemos ver um conjunto de grandes e médias potências que, de forma bélica ou diplomática, acabam por engendrar uma nova configuração de esferas de poder, abrangendo zonas do Globo que elas consideram interessantes.


A nova ordem mundial, ou como a queiram chamar, não é um «comunismo», nem é uma ordem de nações respeitosas umas das outras, capazes de interagir, comercialmente e noutros domínios, através da estratégia «win-win» tão cara à direção do PC Chinês.
Tudo o que uns e outros desenvolvem como retórica, é apenas retórica, destinada a encobrir (dos ingénuos) a verdadeira natureza das suas jogadas de poder.
Dizer que a humanidade ficará mais resguardada numa «ordem multipolar», em relação à «unipolar», é uma grande ilusão, uma miragem que nos querem fazer engolir.
É fácil de engolir, tanto mais que detestamos e tememos o imperialismo decadente dos EUA. Este, ainda possui o maior arsenal de armas nucleares, a maior rede de bases espalhadas pelo globo, a maior economia (embora financeirizada) e o controlo de instituições multilaterais e regionais, o que lhes permite impor a sua «rules based order».
Mas, não desejo ver, no futuro, uma interminável sequência de guerras localizadas, seguidas de conferências para estabelecer novos equilíbrios instáveis. Nestas guerras, pequenas ou grandes, os sacrificados são sempre as classes despossuídas. Estas financiam diretamente essas matanças com o dinheiro dos seus impostos e com o sangue dos soldados (seus filhos e parentes).
Não creio porém que a humanidade em geral - e em particular, as pessoas aparentemente mais instruídas em cada nação - tenha a lucidez para compreender o que se está a passar. Esta compreensão é necessária para se conectarem e agirem, com vista a bloquearem os poderosos, porque estes têm como objetivo conservar ou alargar o seu próprio poder. Aos que herdaram o poder, ou que o tomaram pela força, como dizia Maquiavel, é mais vantajoso dominar os povos pela astúcia, pelo engano (demagogia) e sempre que necessário, através de violência e de crueldade.
Os «príncipes» do presente, não são diferentes - no essencial- dos príncipes do Renascimento, que Maquiavel serviu e observou. Todas as lutas pelo poder político, pela conservação hegemónica do poder, acabam por «obrigar», mesmo os mais idealistas, a cometer crimes para conquista ou manutenção do poder. O conhecimento da História dos séculos passados confirma-o.
Não está na natureza intrínseca do ser humano, ser «bom» ou «mau»; são as circunstâncias que o fazem «bom» ou «mau». Um mundo onde a força predomina sobre o mútuo acordo, onde a ganância é erigida em lei, onde a justiça é um apêndice da máquina de oprimir, um mundo assim não pode originar sociedades pacíficas, onde o melhor de cada um possa vir ao de cima, onde as pessoas estejam realmente livres e seguras, pois os seus direitos são respeitados. As pessoas deveriam  autoeducar-se para compreender o mundo real onde vivem e sairem da «Matrix». Só assim conseguirão encetar a construir, no seu entorno,  relações recíprocas e sem imposições, ou seja, um mundo verdadeiramente humano.
Estou convencido de que a natureza humana não é imutável; que as pessoas são determinadas pelas relações reais em que se encontram mergulhadas. As sociedades e os indivíduos, têm a faculdade de aprendizagem, não apenas das técnicas, como dos comportamentos e respetivos valores implícitos.
Se a natureza humana fosse imutável, não teria sido possível a evolução histórica, com todas as suas contradições e até com catástrofes (naturais ou causadas pelos humanos) e a saída das mesmas, graças à criatividade humana.

quinta-feira, 17 de outubro de 2024

SERÁ QUE O CAPITALISMO ESTÁ A MORRER?




Ouvem-se vozes anunciando a morte próxima do capitalismo. Mas, o que entendem por "capitalismo"?

Do meu ponto de vista, o capitalismo não é uma "forma de economia" somente, é sobretudo um "modo de produção". É o capitalismo, enquanto modo de produção, que estabelece a relação dos homens com as mercadorias e define as relações hierárquicas entre eles, decorrentes da posição de cada um no processo de produção das referidas mercadorias. A detenção privada dos meios de produção não pode ser critério suficiente para caracterizar o modo capitalista de produção. Basta ver que, nos modos de produção esclavagista e feudal, as respetivas classes dominantes possuíam a quase totalidade dos meios produtivos.

Uma das notáveis características do capitalismo, é que os que detêm a propriedade dos meios e controlam a produção, acumulam poder sob forma de dinheiro. O dinheiro e a inteira panóplia dos veículos financeiros, deixaram de ser apenas meios auxiliares nas trocas, passaram a ser a forma preferida de acumulação de capital. Preferida, em relação às propriedades fundiária, imobiliária, ou industrial ... O próprio capital financeiro passou a controlar as outras formas de capital.
O trabalho assalariado, historicamente, veio substituir outras formas de exploração. Mas, anteriormente, as classes dominantes exploravam o trabalho do escravo e depois, do servo. Também, através de rendas, em produtos ou em dinheiro, beneficiavam dos frutos do trabalho do camponês, do artesão e do comerciante.
Dizer que a instauração do salariato foi um progresso, ou até, um passo para a emancipação do trabalho, é uma falácia: A relação salarial foi sempre fortemente assimétrica, até aos dias de hoje. Proporciona um controlo quase absoluto do trabalhador assalariado pelo empregador.
Se certas formas de exploração do trabalho se encontram hoje em declínio, suplantadas por outras, isto tem relação direta com mutações nos processos produtivos, e não com o suposto "fim" do sistema capitalista.

A derrocada do capitalismo pode advir de muitas maneiras, numa forma ou noutra de autodestruição: Por exemplo, pela externalização dos custos ambientais, causando irreversível degradação do ambiente em todo o planeta; pode resultar de uma guerra nuclear generalizada; pode advir de confrontos no seio das sociedades, sem que ocorra revolução: Uma série de revoltas, guerras civis, golpes de Estado, terminam, geralmente, em maior repressão pelas polícias e forças armadas e pela conversão das democracias formais em regimes autoritários.
Tudo isto tem possibilidade de ocorrer. Pode acontecer em várias combinações, ou em simultâneo. Mas, a «Grande Revolução», nos moldes em que os românticos revolucionários imaginam ... só acontecerá nas suas cabeças, impregnadas de narrativas fantasiadas do passado.

O capitalismo não está moribundo; porém está em crise. Reconhecer-se isto, não equivale a dizer que esta crise seja a derradeira. 
Uma característica do modo de produção capitalista, é de se autodestruir parcialmente e periodicamente para, num novo ciclo de crescimento, aproveitar as dinâmicas de reconstrução: Isto traduz-se por lucros, resultantes da intensificada exploração dos humanos e dos recursos naturais, por um lado; e por outro, por maior controlo exercido pela classe dirigente, sobre as restantes classes.

Qual é o país onde o capital está a fazer maiores lucros?
- Todos sabemos que é a China. O facto de uma casta controlar este país com mão-de-ferro, não significará que ela própria beneficia, direta e indiretamente, dos privilégios do poder? - Se assim não fosse, seria caso inédito em toda a História! - Não, o que acontece é que ela está adiantada, em relação às oligarquias do Ocidente, nomeadamente, nos métodos de controlo social.
A experiência em grande escala do COVID, serviu para o poder - na China e depois, no resto do mundo - testar sua capacidade em submeter as massas. 
Os processos de controlo social ultimamente postos em prática em países de "democracia liberal", foram copiados da China, onde já estavam sendo praticados.
Pode-se argumentar, sem sofisma, que a organização do capitalismo na China atingiu um nível superior de eficiência. Esta eficiência permitiu que haja uma real melhoria no nível de vida das massas laboriosas chinesas, não há dúvida sobre isso. 
De certa maneira, ocorreu algo semelhante nos EUA, durante a transição do séc. XIX para o séc. XX; e na Europa Ocidental, nos 30 anos após a IIª Guerra Mundial.
Observa-se hoje, na China, a vigorosa expressão da nova forma* de capitalismo: Nesta, a sociedade é dirigida por um coletivo autoritário, que decide sobre todos os domínios, desde os setores exportadores, até às indústrias de defesa. Quanto aos capitalistas, se eles quiserem prosperar, terão de obedecer às diretrizes estatais e receberão proteção e favorecimento Estado, controlado pela casta no poder. 
Na China de hoje, não apenas cerca de 800 milhões de pessoas saíram da pobreza absoluta; também se regista o maior crescimento em novos multimilionários, anualmente.
Curiosamente, a China começou a desenvolver-se, quando deixou de praticar a ortodoxia marxista-leninista (e maoista) e iniciou a construção dum capitalismo industrial, moderno e eficaz, com total pragmatismo. Aproveitou os capitais e o «know-how» das grandes firmas capitalistas ocidentais, que deslocaram para a China parte das suas instalações fabris. 
É escusado dizer, a China «comunista» soube tirar partido da mão-de-obra. Foi graças à sua elevada produtividade, que se acumulou uma imensa riqueza nas mãos dos dignitários do regime, dos grandes capitalistas seus protegidos e das empresas multinacionais.
Na China, a extração de lucro pelos capitalistas (nacionais ou estrangeiros) está garantida pelo aparelho administrativo e político do Estado. Por outro lado, a classe operária tem aceitado esta situação, pois seu bem-estar tem melhorado de ano para ano.
A força deste sistema produtivo, que não tem nada de socialismo, advém de fatores como a importação de capitais, o facto de ignorar o direito de patentes, na fase inicial da industrialização, a penetração nos mercados mundiais, graças a preços imbatíveis, os quais foram possíveis, tanto pelos baixos salários praticados, como pelo efeito de  escala. O tamanho do território chinês e da sua população, permitem produzir grandes quantidades de bens, com menor custo que noutros  países competidores.
Existem, porém, fragilidades: Se houver marasmo ou menor crescimento económico, é impossível satisfazer a expectativa da população em melhorar suas condições de vida. Por isso, os dirigentes chineses têm grande preocupação em manter satisfeita a sua classe operária.
O sistema dito "misto" chinês, é tão capitalista como o capitalismo histórico, ou seja, como o capitalismo industrial que se desenvolveu, dos meados do século XIX até princípios do Séc. XX, na Europa e na América do Norte, principalmente.
O regime chinês, não é análogo das «democracias liberais» do Ocidente.  Porém, não se pode classificar a China como "socialista", ou como em "transição para o socialismo". Entendo por «socialismo», a sociedade onde os meios de produção, o poder político e a organização da sociedade, em geral, estão sob o controlo da classe trabalhadora.

Mas, o desenvolvimento pujante da China, levou a que ela já seja hoje a maior potência económica. Sem dúvida que estes resultados se devem à política industrial, dirigida de forma inteligente pela elite do Estado, utilizando as potencialidades do imenso país e com seu povo, disciplinado  e diligente. 
Não sei se o socialismo virá para a China, na segunda metade do presente século. Mas, se assim for,  terá que ser um socialismo da abundância** e não da escassez. Este socialismo da escassez - repetidas vezes - teve resultados desastrosos em todo o mundo (incluindo na China da época de Mao). 
Entretanto, a China, apesar de todos os problemas internos por resolver e de todos os perigos globais, que a poderão ameaçar, está já em primeiro lugar, como potência económica mundial, se a avaliarmos em paridade de poder de compra, o que me parece a forma justa de comparar os desempenhos económicos entre países.   

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*A «fusão do Estado com as corporações», é a fórmula pela qual Mussolini definiu o fascismo. Também se aplica ao capitalismo de Estado, que surgiu nas democracias liberais após a IIª Guerra Mundial e aos capitalismos de Estado «comunistas», soviéticos ou de inspiração soviética.

**Um socialismo da abundância, não significa um esbanjar de recursos, nem um consumo desenfreado. Antes, que todas as pessoas têm um mínimo garantido, seja qual for o seu trabalho ou situação. Uma repartição equitativa dos bens sociais e de consumo será realizável no concreto.  Um fator importante para isso, será o constante melhoramento dos processos produtivos, o que irá libertar os humanos de grande parte das tarefas penosas e insalubres. Os robots serão utilizados para isso; não para potenciar os lucros e fazer pressão sobre o mercado de trabalho, como agora.




sexta-feira, 11 de outubro de 2024

CIMEIRA DE KAZAN: MUDANÇA DE MARÉ NAS DIVISAS FIAT (Alasdair Mcload)

Nesta entrevista Alasdair Mcleod esclarece a fundo o que está em jogo, no contexto atual, geopolítico e financeiro. 

Não perca! Ele coloca as questões que ninguém se atreve a colocar!


                                                 



NB: Ao longo dos anos, tenho acompanhado a crise do dólar. Também tenho ponderado quais as respostas que, sobretudo na Rússia e na China, têm sido implementadas, quer dentro dos seus países, quer no seio dos BRICS. Temos agora, em Kazan, o momento da criação dum sistema internacional, adossado ao ouro e graças ao qual as trocas internacionais beneficiarão de estabilidade e segurança.

A nova unidade de troca não pertencerá a nenhuma nação, ao contrário do sistema resultante de Bretton Woods, que instaurou o dólar dos EUA como divisa de reserva mundial, que todos os bancos centrais dos diversos países deviam possuir como reserva.

No mundo de hoje, as relações monetárias são estruturalmente causadoras de inflação. Esta é, na essência, a perda de valor aquisitivo duma divisa. É o que acontece no constante desvalorizar do dólar US. Este, desde 1971 perdeu 98% do poder aquisitivo face ao ouro, arrastando consigo todas as outras divisas.

sábado, 21 de setembro de 2024

CRÓNICA (Nº31) DA IIIª GUERRA MUNDIAL: "TUDO O QUE POSSA CORRER MAL, CORRE MAL"


Sim, a «Lei de Murphy» aplica-se num mundo enlouquecido pela húbris, pela constante saturação de ideologias, pelo condicionamento das mentes (lavagem ao cérebro), resultando numa cidadania adormecida, constantemente procurando reforçar os seus confortos egoístas, não questionando, nem contestando os poderes instituídos.

Nos últimos dias, como nos assinala o Prof. Chossudovsky , na sua página de Substack, «Uma invasão pela OTAN do território Russo está em curso e o Mundo continua sem perceber que isto é a Guerra Mundial Nº3».

A provocação da invasão do território russo de Kursk, não é uma simples «bravata» das forças militares enfraquecidas de Kiev: Foi uma invasão longamente planeada e que tinha um objetivo estratégico claro: A tomada da central nuclear de Kursk e do paiol de armas na mesma província, para fazer chantagem com o governo russo.

Esta manobra falhou de forma previsível, com a consequência das elites do exército ucraniano, mais os mercenários de vários países (França, Reino Unido, EUA, e muitos outros) serem sacrificados. Mas, os poderes que manobram a OTAN não se deram por vencidos, pois lançaram um míssil, «disfarçado» no meio de uma invasão de mais de 50 drones, fazendo explodir armamento nuclear em Tver, a uma certa distância da fronteira com a Ucrânia, mas próximo da fronteira com a Estónia.

A OTAN decidira fazer deste minúsculo país de cerca de 1.800.000 habitantes, a ponta de lança de ataque à Rússia: O golpe é claro; tratava-se de fazer uma provocação grave a partir da Estónia, para que os russos se sentissem obrigados a contra-atacar (e mesmo invadir) a Estónia e neutralizarem o foco de desestabilização.
Nestas circunstâncias, os americanos poderiam clamar que um país da OTAN foi «agredido selvaticamente», «sem causa prévia», sendo portanto obrigatório pôr em marcha o célebre artigo nº5 do tratado da OTAN.

Os EUA detêm o controlo sobre a maioria dos governos europeus, corrompidos ou comprometidos com o Império, não com os seus eleitores: O Parlamento europeu, por maioria, votou uma resolução/declaração de guerra, mas estatutariamente não pode fazer isso. É um bluff, pois a União Europeia não tem mandato para se imiscuir nos assuntos de defesa; não tem qualquer poder estatutário de declarar guerra, seja em que circunstâncias for. O que aconteceu foi uma manobra para forçar a mão dos renitentes dentro da OTAN, para eles votarem favoravelmente medidas agressivas, que o Estado-Maior Imperial e certos vassalos já decidiram: Levar diretamente a OTAN, sem disfarce, a fazer a guerra dentro da Rússia. Estamos a ver agora as consequências disso.

O avivar das ações bélicas e terroristas de Israel, sobretudo no Líbanocontra o Hezbollah, mas também nos Territórios da Cisjordânia, foi precedido pelo voto da Assembleia Geral da ONU, por larga maioria, considerando ilegal a ocupação dos Territórios palestinianos (Margem Ocidental do Jordão, Faixa de Gaza e Jerusalém Oriental) e decretando que Israel deveria, no prazo de seis meses, retirar-se dos territórios ilegalmente ocupados desde a guerra de 1967.

Não há hipótese do imperialismo ganhar estas duas guerras «proxi», usando o regime de Kiev e o governo sionista de Israel. Por isso, estão a manobrar para impelir as nações europeias, num embate frontal e direto com as forças russas.

A perversidade desta manobra está à vista: Se isto se vier concretizar do modo como os imperialistas desejam, a Europa será destruída juntamente com a Rússia. Os EUA ficarão essencialmente intactos, como sucedeu na IIª Guerra mundial. Só que isto é falso e uma loucura completa dos «neocons», que governam realmente os EUA. Os russos já prometeram que, em caso de guerra nuclear, o território dos EUA será alvo prioritário dos mísseis supersónicos russos que não são intercetáveis; e estes podem perfeitamente realizar a tarefa.

Mas os belicistas nunca param: Já estão a planificar ativamente a próxima etapa: A guerra contra a China. Eles argumentam falsamente que o próprio governo chinês apontou o ano de 2027 como ano da resolução do problema de Taiwan. Esta data é falsa, mas é parte da estratégia de propaganda, para «justificar» a intensificação do cerco e das provocações contra a China. Leia a este propósito, o artigo de Caitlin Johnstone, na sua newsletter.

A intensificação da belicosidade dos EUA e da OTAN, contra os membros mais fortes dos BRICS, não tem só a ver com a proximidade da cimeira de Kasan. Eles gostariam que ela fosse um fiasco, mas não vai ser, porque seus atuais membros estão atentos a todos os pormenores e os candidatos a membros, querem realmente participar ativamente do bloco económico em expansão.


 
                   Foto da última cimeira dos BRICS, 2023


Entretanto, no Ocidente, perfila-se uma enorme crise económica e financeira, cujo paralelo com a do final dos anos 20 (1929) foi posto em destaque por Christine Lagarde, presidindo o Banco Central Europeu. No plano monetário, vai ser acelerada a introdução dos famosos CBDC (cripto-moedas emitidas pelos bancos centrais). Todas as medidas dos bancos centrais ocidentais que estão a ser agora implementadas, foram longamente preparadas e testadas, para estarem a postos quando ocorrer o desabar do dólar, uma inevitabilidade, a julgar pelos dizeres dos que sempre foram pró-capitalistas e pró-ocidentais, como Alasdair Mcleod.

As «elites» ocidentais, não querem largar o controlo do que se passa no mundo. Estiveram realmente ao comando, na época imediatamente a seguir à implosão da URSS, tendo sido intensificado o controlo direto e militar, com as guerras do Império desde os alvores do século XXI, até hoje. Mas, note-se, todas estas guerras foram perdidas, de uma forma ou de outra. A potência maior do Mundo, em termos militares, continua sendo os EUA, porém já não consegue impor sua vontade e não tem vocação para entrar em compromissos, em negociações, em diplomacia. Por isso, temos hoje o mundo que temos.

Como eu dizia, bem antes do início da guerra russo-ucraniana, o que está a acontecer é uma mudança tectónica, com duas placas, a Euro-Atlântica e a Euro-Asiática, a separarem-se. No processo, são trituradas as margens, ou seja, há guerras e golpes violentos nos territórios da antiga URSS, como é o caso da Ucrânia por um lado e - por outro - no Médio Oriente e Ásia Central, no flanco sul da Rússia, com Israel/EUA contra o Irão e aliados regionais deste.




terça-feira, 17 de setembro de 2024

FIM DA HEGEMONIA DO DÓLAR: CONSEQUÊNCIAS PARA A ECONOMIA GLOBAL (com o Dr W. Powell )





É fascinante o modo como este Professor universitário descreve a natureza do dinheiro, as suas funções, assim como a realidade com que os países dos BRICS se deparam.

Devemos ver que o movimento de abandono do dólar foi motivado pelo regime de sanções e pela utilização do SWIFT e dos grandes bancos americanos como "armas", participando na guerra económica levada cabo pelos EUA e seus aliados. Nem a Rússia, nem a China, deliberadamente, abandonaram o dólar como moeda de reserva internacional. Eles foram realmente forçados pelas circunstâncias.
Mas, de facto, a China tendo-se tornado a maior potência industrial do planeta (29% do valor acrescentado industrial e 35% da produção ao nível mundial), já não precisa dos dólares: A China, com seu enorme volume de exportações para diversos países do Mundo, pode «reciclar» as divisas recebidas em pagamento por estes mesmos países, comprando diretamente o que ela precisa.  Já não necessita trocar por dólares os yuan ou outras divisas recebidas, para fazer essas compras.

Vejam/oiçam o Prof. universitário australiano. As suas explicações permitem-nos compreender o sentido das mudanças aceleradas que se estão a observar nas relações monetárias, financeiras e económicas.

sábado, 7 de setembro de 2024

A REALIDADE DA CRISE GLOBAL CAPITALISTA


Para muitas pessoas, a «verdade histórica» são os lugares-comuns e as narrativas adequadas a colocar os EUA e o Ocidente, em geral, no centro dessa História, ainda por cima, como «atores bem intencionados» da mesma. Eu vejo que isto acontece também na Europa, fortemente influenciada pelos EUA; existe o mito de que aquilo que acontece nos EUA, vai influenciar o resto do Globo. Primeiro, porque é um país imenso, um país-continente. Depois, porque foi, durante muito tempo, líder mundial na produção industrial; continua a ser o maior na riqueza acumulada, se vista dum prisma financeiro.

As distorções mais graves constatam-se em determinadas narrativas favoráveis aos defensores do capitalismo e dos impérios coloniais, relativamente ao ascenso dos fascismos e como uma crise económica e financeira mundial, se foi transformar na IIª Guerra Mundial. 

De facto, o que acontece hoje em dia, possui muitos paralelos com as relações conflituosas entre potências importantes à saída da 1ª Guerra Mundial (1918) e até ao desencadear da 2ª Guerra Mundial (1939). A existência de graves tensões resultantes das exigências, na negociação de paz de Versalhes, pelos aliados vencedores da 1ª Guerra Mundial, em relação à Alemanha vencida, foi originar uma grave crise de hiperinflação neste último país (de 1922-23), que deu alento a grupos de extrema-direita. Estes coalesceram no partido Nazi. As mudanças de políticas em relação à Alemanha, ao seu rearmamento, a tolerância em relação à Itália fascista de Mussolini, nomeadamente, à guerra na Abissínia e à guerra civil de Espanha (que logo se transformou em guerra internacional), foram fatores importantes na subida e consolidação de fascismos em vários países europeus, quer já tivessem alcançado o poder, quer fossem forças organizadas e prontas para levar a cabo golpes de Estado.   

O que todos podemos constatar - para  lá das divergências relativas à História - é que as crises económicas e financeiras, desencadeadas pelas políticas dos bancos centrais, dos governos, ou de ambos, levam de imediato a crises sociais, as quais vão gerar movimentos revolucionários, tanto de esquerda como de direita. 

As instabilidades no tecido económico e social, não podem ser remediadas pelo tipo de medidas usadas pelos governos, sejam elas fiscais ou económico-financeiras. Os poderes - então - recorrem à repressão. Mas, a deriva autoritária dos governos não tem qualquer efeito benéfico na economia. O que é simples de perceber: Numa sociedade industrial, o escoamento e consumo das mercadorias é fundamental para o funcionamento de todo o sistema. Porém, a capacidade aquisitiva da classe trabalhadora e da classe média diminui acentuadamente, num contexto destes. O fracasso das políticas internas tem levado os governos a procurar «unir a nação» contra um inimigo externo. Leva, também, a que a casta militar e por trás  dela, a indústria bélica, seja ouvida e que suas «soluções» seduzam a casta dirigente. 

Se virmos o período entre o fim da 2ª Guerra Mundial e hoje, constatamos que nunca houve paz, propriamente dita. Houve sempre conflitos armados, quer causados pelo choque entre nações independentes, ou por nações que lutavam pela emancipação do jugo colonial de uma potência europeia, ou contra o neocolonialismo, principalmente dos EUA. Outra constatação, é de que a capacidade instalada e a produção de armas e material de guerra esteve sempre em crescendo. Os fundos atribuídos ao complexo militar nos orçamentos de Estado das grandes potências foram sempre aumentando. 

Tudo o que sabem fazer os Estados, os seus governos e corpos legislativos, sob influência dos lobbies das grandes empresas e grupos económicos, é criar ou aumentar as despesas, aumentando o défice das contas públicas, criando problemas de insolvabilidade, que tentam remediar, criando mais dinheiro. É como se tentassem tapar um buraco no solo, cavando outro ainda maior. 

Chega um ponto em que, ou forçam o «apertar do cinto» na população (as políticas de austeridade) e arriscam-se a desencadear uma revolta; ou continuam a gastar o que não têm, através da «impressão» de dinheiro eletrónico, fazendo disparar a hiperinflação. Teoricamente, existe outra solução: A de transformar a estrutura produtiva e de propriedade, o que se poderá designar como uma transformação socialista. Mas, os partidos de governo nos países europeus excluem esta hipótese, mesmo quando têm «socialista» no seu nome!

As crises no capitalismo estão inscritas no seu próprio «ADN». São motivadas pela impossibilidade do capital auto-moderar o seu apetite pelo lucro. 

O mantra que ensinam nas escolas de economia do Ocidente é que a empresa que não tentasse maximizar os lucros, estaria condenada a prazo, pois as empresas concorrentes não teriam problemas em tomar posições nos mercados para obter esses mesmos lucros.

Os países são empurrados para a guerra pelos dirigentes políticos e por empresários que têm vantagens nisso (ou pensam que têm). A guerra é um meio cruel, brutal e eficaz de destruir o excesso de capital, sob forma de instalações produtivas, excesso esse associado aos excedentes de produção de mercadorias. 

Por detrás de qualquer guerra perfilam-se interesses económicos: Eles são facilmente detectáveis, se descartarmos os argumentos da propaganda, de um lado ou do outro.  

Os EUA empurraram a Ucrânia para a guerra, para poderem colocar em cheque a progressão dos BRICS. Esperavam quebrar a unidade dos BRICS, mas enganaram-se, pois não apenas esta se mantém, como se alargaram os membros e os candidatos. Por outro lado, o imperialismo americano estava muito preocupado com a indústria alemã, com a sua competitividade, em parte devida ao fornecimento de energia barata pela Rússia. Conseguiu o imperialismo, pelo menos no curto prazo, resolver o problema ... com a sabotagem dos gasodutos Nord Stream. Esta sabotagem precipitou a Alemanha na maior crise industrial do pós 2ª Guerra Mundial. Muitas fábricas, por causa do aumento do preço da energia, fecharam portas na Alemanha e foram instalar-se nos EUA. Gigantes como a Volkswagen estão em dificuldades ou à beira da falência, ao  ponto de encararem o fecho de suas fábricas na Alemanha.  

A guerra económica com a China destina-se a impedir que os aliados dos EUA estabeleçam laços com o maior produtor industrial do mundo (a China): Querem manter o mercado Ocidental cativo, para escoamento dos produtos dos EUA e dos seus comparsas. Para dominar, os EUA não hesitam em dividir o Mundo em dois nos planos político, económico, militar e civilizacional. Mas, tal ambição é desastrosa e - felizmente - já se começa a compreender, mesmo nas fileiras pró-capitalistas, que ela só pode trazer guerra e miséria. 

quinta-feira, 5 de setembro de 2024

SISTEMA ENERGÉTICO E SISTEMA MONETÁRIO

Não há sistemas económicos perfeitos, senão nas cabeças transtornadas de certos indivíduos, embriagados por uma qualquer ideologia.

Tem sido aventada, por muitos analistas financeiros, a hipótese de o ouro retomar um lugar central no sistema monetário internacional, ou seja, como unidade de referência e convertível nas diversas divisas. O problema com o ouro, é a sua extrema concentração de valor. No dia de hoje (05-09-24), um 1gr. de ouro vale cerca de 73 €.
Verifica-se que o ouro é comprado às toneladas pelos bancos centrais de muitos países: China, Rússia, e outros países dos BRICS, ou candidatos; mas também muitos países ditos «ocidentais» têm feito compras avultadas de ouro.
A particularidade do ouro, se visto do ângulo de matéria-prima, é que existe uma enorme reserva deste metal acima da superfície, armazenado não apenas em bancos centrais, como em cofres-fortes de instituições e de particulares. Pelo contrário, o ouro que está nas minas, em condições de ser extraído (cujas operações de mineração têm rentabilidade), é cada vez menor. Outra particularidade, é que a sua utilização industrial e na ourivesaria (joias e outros objetos em ouro) é em muito menor percentagem, do que o ouro que se destina a ser armazenado. Estas particularidades, devem-se ao facto do ouro ser considerado o metal precioso mais apropriado para servir como reserva de valor.
As pessoas estão habituadas a contabilizar o valor das matérias-primas em dólares, mas fariam melhor em converter a divisa fiat (como o dólar ou outra) em gramas, ou onças de ouro.  No intervalo de tempo de 1971 até hoje, dólar perdeu cerca de 98% do seu valor em relação ao ouro. Como se pode ver no gráfico abaixo, houve grandes oscilações do preço do crude em dólares. Porém, também foi necessário cada vez mais dólares, ao longo do tempo(1), para comprar o mesmo barril de petróleo. Porém, o valor desse barril medido em gramas de ouro quase não mexeu nos últimos 50 anos.


Os outros metais preciosos - a prata, a platina, o paládio - têm uma utilização industrial muito maior que o ouro. Por exemplo, hoje em dia, a prata transacionada no mercado destina-se, em cerca de 50%, ao armazenamento em cofres-fortes («metal monetário»); sendo a outra metade, utilizada em muitas e diversas aplicações: Painéis solares, medicina, eletrónica, etc.
Provavelmente, quaisquer que sejam as transformações que ocorram no sistema monetário, os bancos centrais saberão o que fazer para inspirar confiança nas suas respetivas divisas nacionais: O ouro pode continuar a ser um metal monetário, armazenado nos bancos centrais, conferindo a garantia do valor das divisas emitidas pelos mesmos bancos centrais. Habitualmente, diz-se que neste caso, uma divisa está adossada ao ouro. Isto é diferente de voltar a haver, como no Séc. XIX e anteriormente, um «padrão-ouro». Nesse tempo havia conversão automática e fixa de certa quantidade de ouro, numa certa quantidade de divisa em papel (e vice-versa).

Dentro da imperfeição das coisas humanas, talvez o melhor sistema monetário fosse um sistema ancorado em necessidades universais, ou seja, coisas que têm importância fundamental em qualquer ponto do Planeta. Estou a pensar em formas de energia.
Todas as formas de energia utilizáveis (o petróleo, a eletricidade, seja ela gerada por central hidroelétrica, por «renováveis», por central a carvão ou por central nuclear) na indústria e nos lares, etc. serviriam. Estas energias servem para produzir trabalho, no sentido geral de uma transformação material.
De facto, isso seria o mais natural, enquanto base para assentar a moeda universal de referência. Não seria a moeda de um país, não estaria baseada na força política, militar ou industrial de uma potência (ou de várias), seria uma equivalência simples e fixa entre uma unidade de energia e o valor monetário respetivoSe, por exemplo, o Joule fosse a unidade de energia a que a moeda universal estava ligada, haveria uma equivalência simples:

1 unidade monetária = 1 Joule ;
ou
1 unidade monetária = 1000 Joule.

Todas as unidades de energia são convertíveis umas nas outras, mas seria mais fácil que a moeda universal estivesse ligada à unidade do sistema S.I.

A energia consumida sobre a energia total disponível, daria a medida correta do dispêndio de um país, de uma cidade, de uma indústria, etc. A noção de conservação energética levaria a que se efetuasse cada trabalho com o menor gasto possível de energia.
A conversão de quantidades de energia em unidades monetárias seria direta. O trabalho humano seria facilmente calculável, na base da energia que o trabalhador precisaria, não só para o trabalho, como para todos os outros aspetos da sua vida (família incluída). Isto não evitaria nem injustiças sociais, nem a exploração. Seria apenas uma ligação estreita e automática do que chamamos «dinheiro», à quantidade equivalente de energia. Iria tornar mais patente a quantidade de energia fornecida pelo trabalho individual e coletivo.
A energia conservada num trabalho de qualquer tipo e o consumo da energia (pelos humanos e por máquinas) nessa obra, seria um critério objetivo de avaliação. Claro que existem muitos outros critérios pelos quais se pode e deve avaliar, mas a eficiência energética do processo é importante; ela iria tornar-se mais visível.
Nesta mudança, haveria um grupo de indivíduos que ficaria a perder: refiro-me aos especuladores. Estes, jogam com variações bruscas nos diferentes mercados, para comprar por preço artificialmente embaratecido, ou vender por preço inflacionado, quando existem ondas de pânico no grande público. 
Os preços da energia, nas suas diferentes formas, teriam muito mais estabilidade. Isso seria afinal o melhor para toda a sociedade. A estabilidade dos preços dos produtos é um importante objetivo. Ora, os produtos mais diversos precisam de energia para serem fabricados e  transportados. 
Sabemos como as crises petrolíferas são causadoras de graves ruturas na produção e causam uma séria agitação e revolta nas pessoas. Pois a adoção do padrão de energia, ou o equivalente monetário da mesma, iria tornar muito menos suscetível que o mercado da energia, ao nível global ou regional, fosse seriamente perturbado.  
Para fundamentar esta afirmação, basta ver, em pormenor, o que se passou desde 1971, há pouco mais de meio século, com o preço do petróleo em dólares e em onças de ouro (consulte o gráfico acima). 
Nessa altura, os dólares deixaram de estar acoplados ao ouro através da relação: 1 onça de ouro/35 dólares. Tendo disparado a impressão monetária a partir dessa altura, os dólares tinham necessariamente de entrar numa espiral de desvalorização (2). 
Pelo contrário, o ouro manteve aproximadamente a mesma relação com o barril de petróleo, ao longo de mais de 50 anos. Como foi isso possível? 
O ouro, tal como o petróleo, é um produto da Natureza, existe em quantidades finitas. Não se pode fabricar. Mesmo que cientistas inventassem um processo para realizar o que os alquimistas supostamente faziam, "transmutar chumbo em ouro": Este processo, com certeza, seria muito mais dispendioso do que a simples mineração do ouro. 
Repare-se que, tal como o ouro, o petróleo é um recurso finito. Existe muito petróleo mas, ou ele está em locais de difícil acesso, cujo custo de extração é proibitivo, ou situa-se em zonas mais acessíveis, mas a quantidade que daí se pode extrair é demasiado pequena para rentabilizar os custos de foragem e de exploração. O restante, é o petróleo explorável: Aquele que satisfaz tanto as exigências técnicas, como económicas, para tal. É apenas uma fração do petróleo total. 
Note-se que o sistema monetário que proponho não está indexado ao petróleo, mas a todas as formas de energia exploráveis, como referi acima. O dinheiro, na forma como o concebo, deve legitimamente ser visto como «a forma de expressar a titularidade de uma certa quantidade de energia».   
Neste Mundo, apesar de tudo, continuariam os conflitos e as injustiças, eu sei. Mas, eu não estou a propor uma «panaceia», uma solução mágica para os males do Planeta! Como disse atrás, estou convencido que a nova unidade-padrão de valor iria permitir uma maior lucidez e racionalidade nas escolhas das pessoas, das empresas e dos Estados.
  As nações que souberem salvaguardar e utilizar os seus recursos de maneira sábia, poderão melhorar em todos os campos: Os recursos humanos e os recursos energéticos, devem estar na primeira linha das preocupações da cidadania e de um governo competente.
Talvez demorasse duas ou três gerações, até as pessoas mudarem seus comportamentos, mas tal acabaria por acontecer: Já não estariam tão ansiosas por acumular; teriam maior capacidade em gerir suas vidas, suas economias, suas despesas. Teriam também maior facilidade em avaliar os projetos ou os programas, que os políticos lhes apresentassem.

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(1) Poucas pessoas compreendem que a inflação é sempre um fenómeno monetário. Isto é: quando a entidade emissora da moeda (banco central, em consonância com o governo) aumenta a quantidade de dinheiro em circulação, existe inflação. 
A inflação é - também - um «imposto» e o mais injusto dos impostos. Proporcionalmente, os pobres sofrem muito mais do que os ricos. Em situações de elevada inflação, os preços dos alimentos são os que mais sobem. Mas, para os ricos, a alimentação é apenas uma fração pequena das despesas; para os pobres, é a despesa quase exclusiva, ou a mais importante.

 (2)*A cotação do ouro mais frequente é em dólares por onça de ouro. Atualmente (05-09-24), esta cotação ronda os 2510 dólares US/ onça de ouro (cerca de 72 vezes a cotação no início de 1971). 




domingo, 1 de setembro de 2024

NUNCA ESTIVEMOS TÃO PRÓXIMOS DUMA GUERRA NUCLEAR (Entrevista com Ray McGovern)

 Ray Mc Govern, ex-analista da CIA, explica o que está em jogo entre as grandes potências. Ele consegue estar «dentro das cabeças», não só de Putin e de Xi Jin Pin, como também de vários presidentes dos EUA. 

O testemunho dele é fantástico, na medida em que nos fornece explicações plausíveis de como funciona a tomada de decisão dos decisores máximos e dos seus conselheiros. 

Sem dúvida, esta entrevista é a mais densa de informação com que me deparei nestes últimos meses.


Texto de apresentação da entrevista:

The real meaning of Jake Sullivan's China trip has nothing to do with US-China relations and everything with the war in Ukraine, says Ray McGovern, a renowned US intelligence analyst. Sullivan went to China to sound out the possible Chinese reactions to a US escalation of the Ukraine proxy-war with the use of the last weapons that the American's have not yet shipped to its Kiev war-implementation partner, namely tactical nukes. However, it is also clear that the Chinese would react to such an escalation in their very own ways. 

Ray's Twitter/X profile:

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Relacionado:

Artigo de Lucas Leiroz de Almeida

quarta-feira, 28 de agosto de 2024

CRÓNICA (Nº30) DA IIIª GUERRA MUNDIAL: ENQUANTO NA TEMPORADA ESTIVAL ...

 Nós todos estamos habituados a cumprir ciclos anuais. A altura do Verão é ocasião de férias, de turismo, para relaxar, para repousar. Os dirigentes sabem isso muito bem, pelo que costumam  fazer passar legislação que afeta negativamente* as nossas vidas, durante o remanso de Agosto, pois assim terão uma oposição popular muito mais fraca, pelo menos no imediato. 

Lembro que a famosa «suspensão» da convertibilidade do dólar US em ouro, feita por Nixon e que deitou por terra os acordos de Bretton Woods, teve lugar a 15 de Agosto de 1971. Mas, não foi caso único, longe disso. 

Hoje em dia, as fronteiras entre a guerra física (com as suas mortes e destruições) e a guerra económica (com o seu cortejo de sanções, de embargos, de restrições ao comércio normal entre países), essas fronteiras são meramente teóricas. Pois os movimentos das tropas são antecedidos, ou acompanhados por movimentos nas praças financeiras, nos centros de poder e não têm nada que ver com as famosas «leis do mercado», antes pelo contrário.

Quero aqui exemplificar com as taxas proibitivas de 100% , sobre a importação de carros EV chineses, nos EUA e medidas análogas dos seus vassalos europeus. Estas medidas têm sempre «justificações» absurdas e retóricas que acompanham os decretos ou leis em causa. Mas, realisticamente, aquilo que se passa é o erguer de barreiras ao comércio, é uma guerra económica, sob os mais diversos pretextos, mas sobretudo pelo motivo que não nos dizem: é uma forma extrema de proteger a produção do país em causa, de concorrentes exteriores. 

Assim, nas chamadas «democracias liberais», mesmo não havendo um estado de guerra formal e declarado com a China, vão se multiplicando os gestos hostis, sob os mais variados pretextos. Cabe aqui perguntar: Quais são os países realmente liberais, no sentido clássico de comércio livre?  

- Serão os países que proíbem a exportação de «microchips» para a China, que põem tarifas proibitivas na  importação de certas mercadorias chinesas? Serão os que - depois de terem convidado a China a ingressar na Organização Mundial do Comércio (OMC), na viragem do século - lhe fecham as portas do comércio, «matando» de uma assentada essa mesma OMC, organização considerada da maior importância na ordem globalista ( e liberal) mundial?

- OU serão os países que desenvolvem uma rede de vias de comunicação internacionais (New Silk Roads), em cooperação uns com os outros, intensificando laços comerciais, com investimento maciço em infraestruturas (estradas, caminhos-de-ferro, portos, aeroportos) ; serão os países (como a China), que acolhem capitais e indústrias de outras paragens, permitindo que aí se desenvolvam, que produzam para exportação; e que  aceitam que os investidores estrangeiros recolham e exportem os lucros dos seus investimentos?

As barreiras protecionistas são uma confissão de derrota dos países que se autoproclamam de «liberais».  Nem sequer são protetoras para a sua população, pois as classes mais modestas começaram a viver melhor, nestas últimas duas décadas, graças a exportações da China para os mercados ocidentais. Na verdade, os dirigentes ocidentais não se podem escudar no pretexto de que estão a proteger a sua indústria nacional.

 Primeiro, porque duas ou três décadas antes, incentivaram a transferência das indústrias (as mais dinâmicas e rentáveis) para países de mão-de-obra barata, sabendo eles muito bem que estavam condenando as classes operárias dos seus países ao desemprego e à precariedade crónica (os empregos «de merda»). Aliás, esse era um dos objetivos deles; podiam subjugar um segmento, dos mais combativos e reivindicativos, da população: o operariado industrial.  

Segundo, porque o movimento para o Leste da Ásia da indústria de ponta, não podia ser revertido de uma penada. As fábricas e outras infraestruturas materiais, poderiam ser  reerguidas, embora à custa de investimentos intensivos de capital; porém, a formação das pessoas envolvidas na produção, os operários e os engenheiros, é assunto muito mais complicado; demora tempo a formar e mesmo a recrutar, pois é difícil criar apetência para este tipo de empregos... Por outro lado, haveria necessidade dessas tais indústrias pagarem cinco a dez vezes, nos países  ocidentais, os salários que pagavam aos seus operários asiáticos, onde se situam as referidas indústrias. 

Para confirmação disso, apresento dois factos: 

1º Apesar das tarifas de 100%, os carros EV chineses estão a ter uma aceitação muito grande nos mercados, em todo o Ocidente. Os chineses conseguem fabricar carros a um preço imbatível, comparados com EV de marcas ocidentais. Não tarda que sejam encontradas estratégias para rodear as tarifas brutais: Os comerciantes de automóveis sabem que o grande público, ávido de se reconverter aos EVs, não tem posses, na sua imensa maioria, para comprar os carros de gama alta, que têm sido lançados no mercado nos últimos anos.

2º A Alemanha é, politicamente, o país da UE mais alinhado com Washington. Porém, houve uma recente visita de Estado à China, de dirigentes do governo alemão, que trouxeram na sua comitiva muitos empresários. Eles estavam ansiosos em continuar, ou em implantar, as suas indústrias na China. 

Aliás, recorde-se que muitas empresas alemãs  foram para a América, devido ao aumento dos preços da energia (devido à sabotagem dos gasodutos Nord Stream pelos americanos). A potência industrial maior da Europa, a Alemanha, está entre a espada e  parede: Não tem coragem de se autonomizar em relação aos EUA, como gostaria, mas - por outro lado - tem que manter o nível de vida dos alemães, um dos mais altos na Europa (junto com o dos escandinavos), porque estes já estão a entrar em revolta. As medidas autoritárias tomadas pelo governo, durante o COVID e depois, são realmente aplicáveis em quaisquer situações: Agora, têm servido para reprimir os movimentos populares pró-palestinianos e contra o genocídio perpetrado pelos sionistas, amanhã quem sabe para que serão utilizadas?

A guerra foi desencadeada em 2001, pelos EUA e seus vassalos. Foi começada no Médio Oriente Alargado, após o «11 de Setembro» e cujo saldo são milhões de mortos e países em ruínas. Ela foi continuada nas fronteiras da Rússia, com o alargamento sistemático da OTAN aos ex-países aliados da URSS no pacto de Varsóvia,  e depois envolvendo ex-repúblicas soviéticas. Este alargamento ocorreu, contra a promessa solene dos ocidentais, em não alargar um centímetro a OTAN, se os soviéticos aceitassem uma reunificação pacífica das duas Alemanhas.

Decidiram provocar a Rússia, depois, até ao ponto de seus dirigentes sentirem que tinham de pôr um termo a esta situação. A invasão russa da Ucrânia foi deliberadamente provocada, por mais que  os atlantistas repitam que foi uma «invasão não provocada». 

A paz, mesmo após a guerra ter começado, é melhor do que a continuação da guerra. Isto é o que pensam pessoas humanistas, civilizadas. Mas, para os falcões da OTAN, é melhor a sangria do povo ucraniano, para «enfraquecer» a Rússia, dizem eles, como se tal monstruosidade fosse aceitável. Ela foi constantemente levada a cabo - pela preparação do golpe de Estado de Maidan, fomentado pela UE e EUA - na Ucrânia, em 2014. Quanto à guerra, esta começou em 2014. Mas eles, os ocidentais, nada fizeram para a prevenir ou acabar. Durou 8 anos, a guerra civil entre o poder golpista, dos ultranacionalistas banderitas e as regiões do leste da Ucrânia, de maioria russófona. Uma enésima vez, os ocidentais traíram o seu compromisso, ao nada fazerem para implementar os acordos de Minsk (em que participaram como garantes).

Agora, estão os mesmos falcões atlantistas a criar uma situação de guerra com a China, sob pretextos idiotas. 

Mas, na verdade, são eles - políticos no poder, no Ocidente - que, face ao descalabro de suas economias, ao colapso do dólar como moeda de reserva mundial, à diminuição do nível de vida das populações, querem acabar com a globalização que eles próprios promoveram. Numa primeira fase, quando ela só lhes trazia vantagens, foram seus arautos. Agora, vendo as vantagens comparativas dos países dos BRICS querem, a todo o custo, reverter a globalização. 

Mas a globalização não é um «cenário de teatro» que se pode desmontar, uma vez que a peça teatral acabou. Um aspeto fundamental da globalização é que, no domínio da tecnologia e das boas práticas industriais e comerciais, uma vez aprendidas, não se desaprendem. 

Mesmo erguendo nova «cortina de ferro», para se isolarem dos supostos inimigos, os atlantistas do Ocidente não conseguem mais do que isolarem-se a si próprios do resto do Mundo.

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* Muita legislação tem títulos  «bonitos» e «ecológicos», mas realmente são leis anti-ecológicas e anti-agricultura. 

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PS1: Veja o que tem a dizer da China um ex-deputado norueguês, que visitou dezenas de vezes a China, desde os anos 80. https://www.youtube.com/watch?v=P9nA3hX6tG0